En el orden económico, la restauración juarista tenía como objetivo prioritario el de atraer el capital extranjero, necesario para poner en práctica los siguientes proyectos: a) fomentar la agricultura, para lo cual se pretendía introducir nuevos cultivos, incorporar a la producción otras zonas del país aún no explotadas, sobre todo en el norte y el sureste y aplicar técnicas de cultivo semejantes a las que se utilizaban en Estados Unidos y en Francia; b) incorporar al país a la Revolución Industrial, teniendo en cuenta el enorme potencial hidráulico de algunas regiones para generar la fuerza motriz necesaria; c) convertir a México en un puente comercial entre Asia y Europa, y entre Estados Unidos y América del Sur. Para tal efecto se proyectaba la creación de una red ferroviaria que uniese las regiones productoras con la costa, y permitiera el desarrollo del comercio exterior y el inicio de la comunicación con el resto del mundo.
Sin embargo, puesto que la realización de esos proyectos estaba condicionada a la inversión del capital extranjero, al gobierno le fue imposible ponerlos en práctica. México era una nación endeudada, cuyos conflictos políticos internos le habían impedido cumplir con los compromisos contraídos con los acreedores. Además, el gobierno de Juárez aún no tenía relaciones diplomáticas con los grandes países capitalistas de Europa que pudieran interesarse por invertir en México.
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